Muchas personas hablan de los demonios como si fuesen espíritus que un
buen día amanecieron con ganas de destripar o chupar sangre y ya.
Los demonios, los más temibles, son creados por la maldad, cuando la maldad
rodea todo, el escape también es la maldad. El Castillo del Terror les ilustrará un
poco al respecto con la historia del origen de Ukio, El Coleccionista de Ojos.
Pasen, espectros visitantes y tomen lugar en El Castillo del Terror.
Ukio El Coleccionista de Ojos
Ukio era un joven de un caserío a las afueras de la provincia china de Kiangsu.
De un hogar pobre, Ukio tenía que caminar a través de un largo bosque para ir
y venir de la escuela todos los días. A la edad de 2 años, un accidente dejó a Ukio sin
un ojo, pero a pesar de esto, el niño continuó su vida sin contratiempos, hasta entrar
a la primaria. Los niños empezaron a molestar a Ukio en cuanto se presentó y notaron
que le faltaba un ojo. Toda clase de apodos le hicieron la vida imposible al pobre
muchacho…
La tortura se mantuvo durante varios años.
Un día, su madre tuvo que salir al hospital y su padre trabajaba en el campo, así
que Ukio se llevó a su hermano menor al colegio. Le apenaba mucho que lo
humillaran delante de su hermanito pero aguantó todo y, en un pequeño puente
en medio del bosque, corrió como siempre porque justo ahí los otros chicos le lanzaban
piedras para hacerlo correr mientras lo llamaban «fenómeno».
Pero ese día, justo cuando los chicos se fueron corriendo, Ukio resbaló y cayó con su
hermanito del puente. La mala suerte hizo que, por más que Ukio trató de protegerlo,
su hermano menor pegó la cabeza en una piedra y lo vio tratando de hablarle, como
pidiéndole auxilio para luego morir. Su lamento, como grito del demonio mismo,
se oyó en todo el bosque.
Sabía que su hermanito ya estaba muerto pero trató desesperadamente de
animarlo, lloró, le daba agua, lo besó más de 100 veces en la frente y entonces, su ser
entero tomo una determinación oscura. Recordó que su madre siempre decía a su
padre que al pasar de madrugada o noche oscura por el puente no se detuviera, no
mirara atrás ni pronunciara palabra, porque en ese paso los demonios siempre
acechaban por un alma que les invocase.
Así, tomó una piedra afilada y repitió muchas veces:
Demonios del puente, les ofrezco mi ojo sano a cambio de la vida de los chicos
Demonios del puente, les ofrezco mi ojo sano a cambio de la vida de los chicos
Demonios del puente, les ofrezco mi ojo sano a cambio de la vida de los chicos…
Mientras decía esto, se golpeaba, duro, con la piedra el ojo sano, que en minutos
se transformó en una fuente de sangre. Notó que su hermanito abría los ojos y lo
miraba con una sonrisa extraña, más de adulto que de un niño y además, su
hermanito estaba muerto…
En ese momento apareció en el bosque, justo detrás de los chicos que lo molestaban y
que se quedaron tiesos en el bosque desde que escucharon su grito, en ese momento
decidieron correr, pero al voltear se toparon con Ukio.
Ukio El Coleccionista de Ojos.
No supo como, solo sintió que podía correr, volar y hacer lo que fuese, se desplazó
sobre el suelo repleto de hojas secas apenas rozándolo con sus pies y tomó con una mano
por el cuello a uno de los chicos llevándolo hasta un tronco grueso y elevándolo 4
metros pegado del tronco, una vez ahí, con la otra mano, le sacó ambos ojos y los
guardó en el bolsillo. Luego, como acto reflejo, chupó toda la sangre que derramaba por
los vacíos orificios. Los otros chicos paralizados no pudieron correr. Ukio no tuvo
problemas en matar uno a uno, tomar sus ojos y beber su sangre.
Luego corrió al puente, para reunirse con su hermano, seguro de haberlo visto
volver a la vida, pero lo que encontró le mostró la realidad de su maldición:
Su hermanito estaba aferrado a su cuerpo inerte, las manitas de su hermanito estaban
sobre su ojo sano, ahora hueco, como si tratase de proteger su ojo de él mismo. Lo
último que trató de hacer su hermanito fue evitar que el hiciese el pacto demoniaco.
Los demonios solo se burlaron de Ukio al mostrar a su hermanito sonreir.
Ukio quedó condenado a vagar por siempre en el bosque y los chicos que se
adentran en él tienen una muerte segura y dos ojos que sumar al botín de
Ukio El Coleccionista de Ojos.