Un fenómeno curiosísimo era el alargamiento del cuerpo de Home, repetido bajo condiciones de control, en el cual el médium crecía a vista de todos, seis u ocho pulgadas, sobrepasando el tamaño de la ropa. Pero para el fin de su extraordinaria carrera desarrolló la facultad de la incombustibilidad: cogía brasas vivas con las manos, sin quemarse. Una vez, sumergió todo la cara en un brasero, sin que sufriera absolutamente nada. Aparte de eso, transmitía mensajes escritos y hablados – hoy llamadas psicografías y psicofonías – de Espíritus relacionados con los presentes.